Cuántas veces nos encontramos en la disyuntiva de no saber si estamos haciendo lo que realmente nos gusta, si estamos en el puesto justo, en la empresa o institución que nos imaginábamos, en el equipo que queríamos; o si es mejor la relación de dependencia o trabajar de forma autónoma. Cuántas veces sucede que no sabemos cómo o dónde comenzar, o comenzamos pero sentimos que no crecemos profesionalmente, o que el contexto nos exige demasiado. Estos son sólo algunos ejemplos de tantos dilemas que circulan en el entorno laboral y por el que todos alguna vez, en mayor o menor medida, atravesamos.
El recorrido laboral, o mejor aún, la inserción laboral, no es una tarea sencilla. Nuestra posición o rol no es algo que se constituye de una vez y para siempre, y al mismo tiempo son varios los factores que se ponen en juego a la hora de una elección (cuando existe la posibilidad de elegir). Muchas veces se hace necesario pasar por varios ámbitos para ir construyendo el rol que queremos, para descubrir dónde nos sentimos más cómodos.
A continuación planteo una serie de aspectos que considero importantes a la hora de repensar nuestra posición laboral; posición no entendida en términos de seniority, sino como posición subjetiva al momento de pensar en un cambio de proyecto, trabajo, ámbito o reubicarse en el rol actual:
- Escucharnos a nosotros mismos: poder identificar qué nos gusta hacer, cómo, con quién, en qué ámbito. Estas preguntas que a simple vista parecen sencillas, que pareciera se responden por sí mismas, implican un gran trabajo y a veces cierto recorrido. Es en base a la experiencia obtenida en determinado ámbito que puedo dilucidar cómo me siento allí o si eso me gusta realmente. Al mismo tiempo son preguntas dinámicas, cambiantes; es decir, lo que me gusta o priorizo en determinado momento de la vida puede que no sea lo mismo que elija en el futuro. Construir la respuesta implica tiempo y no es de una vez y para siempre. Uso el término “construir” porque la respuesta en sí misma no está dada, sino que se construye.
- Trabajar en nuestros valores, identificarlos y tenerlos presentes: Los valores, a diferencia de las competencias, no se negocian y no se desarrollan (un valor está o no está, no es desarrollable).
- Identificar qué es lo que me diferencia de los demás, cuál es mi valor agregado: Podemos desarrollar la misma tarea que otras personas, pero cada quien tiene su impronta, su singularidad, algo que lo hace único.
- Saber hacia dónde queremos ir: Tener en claro nuestros objetivos, sean a corto y/o largo plazo. Identificar nuestros objetivos nos ubicará de forma activa ante las situaciones, es decir, saber dónde estoy y por qué estoy allí, cuáles son mis pasos a seguir para alcanzar lo que busco.
- Trabajar en la flexibilidad, estar dispuesto y disponible al cambio: Esta es una habilidad fundamental para reacomodarnos frente a diversas circunstancias. A la hora de pensar en un proyecto es necesario saber que este puede ir cambiando en su curso, que posiblemente aparezcan y se entrecrucen variables que no pensamos, con lo cual contar con cierta flexibilidad hará que lo afrontemos de forma más saludable.
Trabajar en estos aspectos, abrir a la pregunta, interrogarnos, permitirá que nos posicionemos de forma activa y nos replanteemos dónde estamos y dónde queremos estar, implicándonos en aquello que elegimos, asumiendo los pros y contras. Las motivaciones, objetivos y proyectos en la vida de una persona no son estáticos, no se establecen una vez y para siempre; por ende la forma de pensarse en el entorno laboral también será un proceso dinámico.
